lunes, 26 de noviembre de 2012

Suban la música

* “¿Qué error cometió mi hijo? Solo tenía 11 meses” El bebé de un fotógrafo de la BBC en Gaza muere en un ataque israelí. Ver el video.



Pues claro que tenía que escribir algo sobre Gaza.

Cómo no hacerlo.

Es sábado.

Creo que hay fiesta en Ciudad Universitaria.



Tal vez.

Tal vez tengan la música tan alta

tan fuerte

que no escuche las explosiones de Palestina.

retumbando en mi cabeza.



Si. Así es.

Cruel, como la vida misma.

Mientras esta noche las bombas destripen,

descuarticen, destruyan, asesinen,

estaré bailando

indiferente,

entre afortunados,

extrañas danzas en honor a la muerte

de otros

siempre de otros.




¿A quién le importa?

Todo, hasta la muerte, o más aún la muerte

es relativo.

Son niños,

muchos niños, bebés.

Culpables. Por supuesto.



Son árabes. Son perros.



Ellos, nuestros amigos,

los que tienen bancos y poderosos lobbys

los que nos compran armas y crean puestos de trabajo

jamas matarían humanos.



Ellos no son monstruos,

son víctimas de otros monstruos

con bigote y esvásticas,

con turbantes y barbas,

y ahora tan solo se defienden

a base de muerte

y otros eufemismos

colaterales.



Ellos, que conocen el dolor de un pueblo

jamás matarían humanos.



Omar era un terrorista.

Joven, de los que son más peligrosos.

Tenía 11 meses sí, la mejor edad

para acabar con el enemigo

de raíz.



Él se lo había buscado.

Por nacer donde las cifras

no son gente, nombres, cumpleaños, sueños, carcajadas, vidas

arrebatadas.

Son cifras.

Solo cifras.

De las que no duelen

ni atragantan la comida

en el telediario.



Su padre llora

con la cifra en brazos.

A veces duele perder una cifra

cuando fue tuya,

cuando querías oírle decir papá,

cuando está fría

desfigurada

muerta.



Es sábado, hay fiesta en Madrid.

Tal vez comente con algún amigo

con rabia

que me duele aquello de Palestina

y si el alcohol me sincera

confesaré que he llorado 10 minutos

por todas y cada una

de las cifras.



A quién le importa.

No son niños rubios de colegio bilingüe de algún país del norte

no se llaman Mike, ni Abraham, ni Michele,

ni Manuel, ni Francesca, ni Marie.



Ya está.

Ya he cumplido, ya he limpiado la sangre de mis manos.

Otro estúpido poema sobre niños muertos

sobre cifras

escrito desde el sofá.

Me voy a bailar y a emborracharme.



¿Bombas, llantos, gritos?

Suban la música

por favor.



Pablo García-Inés

Noviembre, 2012, con lágrimas en los ojos.



1 comentario:

  1. Brutal. Lo que cuentas y cómo lo cuentas. Es una pena que haya que escribir cosas así y que no sean sólo fruto de una imaginación descarriada...

    ResponderEliminar